Lamentablemente la tarde tuvo condicionantes como el juego del ganado y el uso desacertado del acero en faenas
Fuente: bueladeroperu.com
Se cumplió la esperada y tradicional tarde de toros en la ciudad de Palca con el saldo de una vuelta al ruedo del peruano Fernando Roca Rey que de ser contundente con la espada hubiera podido desorejar al quinto de la tarde. Alguna pudo haberse llevado el maestro valenciano Vicente Barrera de su primero y otras más el cacereño Jairo Miguel del tercero de un encierro de La Viña que evidenció preocupante descastamiento y en algún caso –como en el segundo- mansedumbre de libro.
Este año Palca se vestía de gala con la presencia del maestro valenciano Vicente Barrera, casi idolatrado en el país, anuncio que atrajo aficionados de otras ciudades. Lamentablemente la tarde tuvo condicionantes como el juego del ganado y el uso desacertado del acero en faenas que bien pudieron ser premiadas.
Es así que Barrera, enfundado en un bonito vestido blanco y con bordados en azabache, con chaleco en oro, se abrió de capa con el primero que tras las verónicas se fue a tablas. Caro se agarró en un buen puyazo. En terrenos de sol marcó terreno el burel y ahí se fue el torero a iniciar con estatuarios –DOC- su toreo vertical, mandón y asentado pasándose al noblote por ambos pitones. Encendió a los aficionados inmediatamente pero el mal uso del acero dejó el resultado en palmas. Con el cuarto, un inválido de manos, mansito y huido también a sol, sosito, lo intentó pero no remontó.
Salió el segundo de la tarde y no quiso ver el capote de Roca Rey, se escupía del caballo una y otra vez hasta que frente a toriles Angelo Caro lo cazó tapándole la salida. Cambió un poco en banderillas, metía la cabeza y parecía que sí pero finalmente fue que no. Tampoco quiso emplearse en muleta. El limeño lo sacó con tironcillos a los medios y se devolvió a su querencia. Ahí también intentó estructurar faena, tapándole la cara para ligar pero huía.
El quinto salió con alegría de toriles y Roca Rey se fuera tras él y sin probaturas le enjaretó una serie de verónicas de las que el toro se revolvía pronto y no dudó. Banderilleó y despertó al público. En muleta de rodillas lo recibió en los medios y así siguió la serie, ya de pie toreó con tiento por abajo y ligó especialmente por izquierda. Luego acortó distancias y de a uno entre pitones abrochó su labor pero se escupió la espada y eso dejó la cosa en clamorosa vuelta al ruedo.
Hoy vi otra dimensión de Jairo Miguel. Asentado, claro, toreando incluso sin toro, esto es dando tiempos y aire, distancias, para que no se le acabe el soso y claudicante material que tenía entre manos. Gustándose con reposo, torería y temple condujo con tienta la embestida del tercero hasta construir una faena importante que –acaso pasándose- terminó malogrando con la espada. El de cierre, se rajó de inicio, Jairo lo sacó a los medios y tragó tandas, hubo temple en su mano pero correlato de sosería en el burel. Demora en cuadrar y pincha.
Debemos destacar la afición que la gente de Palca pone año tras año para construir historia taurina en el corazón de los Andes peruanos. Esta vez, dando ejemplo para blindar la fiesta de los toros, cuando en conferencia se expuso los motivos y argumentos que marcan la pauta a todas las ciudades taurinas del Perú. La declaración de Palca como ciudad taurina es ya un documento con el que el resto del país debemos trabajar.
Ficha de la corrida. Palca, Junín. Domingo 5 de agosto del 2012. Se lidió un encierro de La Viña, disparejo de presentación y descatado, manso de libro el 2º. Vicente Barrera, silencio y silencio. Fernando Roca Rey, silencio y vuelta al ruedo; Jairo Miguel silencio y silencio.